jueves, 25 de junio de 2009

LAS ROSAS EN LA CULTURA





Historia
«Su cultivo es antiquísimo [...] Los primeros híbridos se realizaron entre especies europeas, a las que se les fueron incorporando paulatinamente los genomas de las especies asiáticas. La primera imagen de una especie de Rosa se encuentra en la Isla de Cnossos, Grecia, y corresponde al siglo XVI a.c. La Isla de Rhodas, también en Grecia, recibió ese nombre por el cultivo de las rosas; existen monedas de esa isla, de hace 4000 A.C, con imágenes de ellas. Las rosas se cultivaban también en los famosos jardines de Babilonia (2845 a. C.). Fueron muy populares también entre griegos y romanos. En la "Iliada", Afrodita embalsama con aceite de rosas el cuerpo muerto de Héctor. En Sybaris (poblado por los sibaritas, que gustaban de pasarla bien) los habitantes pudientes llenaban sus colchones con pétalos de rosas, de allí la expresión actual de ser criado en un "lecho de rosas".» [5]
Evidentemente, ya desde la antigüedad, el cultivo de rosales estaba muy difundido, ya sea como plantas ornamentales como también para provecho de sus propiedades medicinales y aromáticas (perfumería y cosmética).
Originariamente crecieron, hace más de 4.000 años, en el fértil valle situado entre los ríos Tigris y el Eufrates, en Oriente Medio, justo donde tradicionalmente se situaba el Paraíso del Antiguo Testamento. De hecho, planchas de arcilla descubiertas en los templos de Ur (Irak) nos hablan del uso que el sultán de Bagdad hacía del agua de rosa destilada, del que utilizaba más de 30.000 ánforas al año para perfumar sus habitaciones privadas y su exclusivo harén.
A pesar de que los griegos ya conocieron y apreciaron esta flor hasta el punto de dedicarla a la diosa Afrodita por ser el símbolo de... la belleza y el amor, Europa tuvo que esperar hasta la Edad Media, tras las Segundas Cruzadas, para conocer la expansión y el inicio del aún hoy reinado de la rosa. los cruzados que defendieron Jerusalén del ejército del general musulmán Salah-al Din (más conocido por Saladino), regresaron a Europa tras la caída de la ciudad sagrada trayendo consigo esquejes de una nueva planta que habían descubierto en los jardines monásticos orientales y que los monjes cultivaban por sus propiedades medicinales. Por su parte el mismo general sarraceno también utilizó esta flor, enviando caravanas con cientos de camellos cargados de agua de rosas que fue utilizada para limpiar y purificar las mezquitas que habían sido ocupadas por los cristianos.»
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«Los primeros datos de su utilización ornamental se remontan a Creta (siglo XVII a. C.). La rosa era considerada como símbolo de belleza por babilonios, sirios, egipcios, romanos y griegos. En Egipto y Grecia tuvo una especial relevancia, y mucho más en Roma. Los romanos cultivaron la rosa intensamente, siendo utilizados sus pétalos para ornamento, así como la planta en los jardines en una zona denominada Rosetum. Tras la Edad Media, donde su cultivo se restringió a Monasterios, vuelve a surgir la pasión por el cultivo del Rosal. Un ejemplo de esta pasión fue la emperatriz Josefina que a partir de 1802 en su Palacio de la Malmaison llegó a poseer una colección de 650 rosales. Las colecciones de rosas se han multiplicado desde entonces.
A fines de 1700, fue introducida en Europa, R. semperflorens, conocida como Rosa de Bengala, con flores pequeñas agrupadas. Para el comienzo de 1800, fue introducida en Europa, R. indica var. fragans, conocida con el nombre de Rosa de Te, originaria de la China (conocida también como R. chinensis).
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La era moderna de las rosas se inicia a partir de 1867 con la creación del primer ejemplar Híbrido de Té por el productor francés Guillot, quien la llamó: "La France" [7]
«El invento surgió por casualidad, cuando Guillot estaba intentando mejorar una rosa naranja. El resultado fue una flor muy olorosa y con una larga floración, distinta en tamaño y características a las rosas que había hasta entonces.... La rosa de te original, anterior a la creación de los híbridos que sucedieron a la invención de Guillot de Francia, era más pequeña, casi sin olor y se producía en una escasa paleta cromática: blanco, rosa y rojo.
Durante el siglo XIX empiezan a llegar variedades del extremo oriente, donde su cultivo fue también muy relevante por los antiguos jardineros chinos (existen datos del cultivo de rosales
3000 a. C.). Con ellos llegan los colores amarillos.»

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